Al menos 18 policías murieron hoy en diversos ataques de la guerrilla
kurda en Turquía, lo que convierte la jornada en la más sangrienta
desde que el proscrito Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK) y el
Gobierno turcos rompieron el alto el fuego en julio pasado.
El ataque más grave fue el perpetrado contra un microbús de la
policía en la provincia de Igdir, en el borde oriental del país, que
causó 14 muertos.
Otros tres policías murieron en enfrentamientos con la rama urbana y
juvenil del PKK en Cizre, en el sureste del país, y uno más fue
ametrallado mientras viajaba con su hija por la carretera de Tunceli, en
el centro de Anatolia.
Los incidentes golpean un país ya conmocionado por la emboscada de
Daglica, localidad de las montañas de la meridional provincia de
Hakkari, en la que fallecieron el domingo 16 militares turcos por la
detonación de dos minas y los tiroteos posteriores.
En respuesta a ese ataque, las Fuerzas Aéreas turcas bombardearon
esta madrugada numerosos objetivos del PKK en los montes Kandil, en el
norte de Irak, además de perseguir a una veintena de milicianos que se
retiraban al país vecino tras los combates de Daglica.
La operación aérea, en la que participaron 35 cazas F-16 y 18 F-4,
consiguió “neutralizar a 35-40 terroristas”, utilizando 130 bombas
contra 20 objetivos, informó la agencia semipública Anadolu.
La agencia kurda Firat, cercana al PKK, confirmó el bombardeo, pero sin informar sobre bajas.
En Igdir, la guerrilla hizo hoy detonar por control remoto una
tonelada de explosivos colocados en la carretera al paso del microbús
policial que transportaba a agentes al cercano paso fronterizo de
Azerbaiyán.
Dado que, hace dos semanas, milicianos del PKK tirotearon un microbús
en ese mismo trayecto, causando graves heridas a dos policías, un coche
de las fuerzas especiales acompañaba al vehículo, y ambos saltaron por
los aires, informa el diario “Hürriyet”.
“Estos últimos sucesos son el resultado del pánico” de una guerrilla
gravemente dañada por las operaciones militares, aseguró hoy en un
discurso el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
“Se han infligido muy graves daños a la organización tanto dentro del
país como fuera. Sus pérdidas se expresan en miles” de militantes,
aseguró el presidente islamista.
El primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, había prometido ayer
continuar la lucha contra el PKK hasta el final y “limpiar las montañas
de terroristas”.
Este discurso de mano dura refleja la tensión en el país, en el que
se viven numerosas manifestaciones nacionalistas y ataques contra unas
200 sedes del partido HDP, la formación de la izquierda prokurda, cuarta
fuerza del Parlamento con 80 diputados.
Una oficina del partido en la ciudad occidental de Çorlu fue
vandalizada por unos 4.000 agresores, que colgaron banderas turcas en el
edificio.
En Estambul, un joven de 21 años murió acuchillado en una parada de
autobús, aparentemente a manos de nacionalistas que le escucharon
conversar por teléfono en kurdo, informa el diario “Evrensel”.
En Ankara y otras ciudades, grupos nacionalistas turcos agredían a
los transeúntes en barrios de mayoría kurda, y en Konya, en el centro de
Anatolia, unos 400 obreros de la construcción kurdos se vieron rodeados
por una muchedumbre enfurecida.
Además, diversos barrios en ciudades del sureste se convirtieron en
escenario de enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y el ala
juvenil y urbano del PKK, conocido como YDG-H, y recibieron orden de
toque de queda.
Los choques más graves tuvieron lugar en Cizre, donde tres policías
murieron y varios fueron heridos en combates callejeros en una ciudad
sellada por las fuerzas de seguridad.
Selahattin Demirtas, el copresidente del HDP, que interrumpió un
viaje por Europa tras el ataque de Daglica, denunció que en Cizre se les
dispara a los ciudadanos que salen de su casa tras cuatro días de toque
de queda.
“Se mata a niños, a bebés. A una niña de doce años la mantienen en el
frigorífico de su casa porque no pueden salir a enterrarla”, dijo
Demirtas, mientras que otros diputados de su partido cifraron en cuatro
las muertes de civiles ocurridas en Cizre.
La única buena noticia de la jornada fue la liberación de 20
funcionarios de aduanas que el PKK había secuestrado unos diez días
antes en las provincias de Van y Hakkari y que hoy fueron entregados en
Irak sanos y salvos a representantes de la Asociación de Derechos
Humanos turca, que los acompañaron de vuelta a Turquía.
Por Ilya U. Toper
Fuente: EFE
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