A principios de diciembre una delegación internacional visitó el cantón
Cezire de Rojava donde aprendieron sobre la revolución que está teniendo
lugar, la cooperación y la tolerancia.
Del 1 al 9 de diciembre, tuve el privilegio de visitar Rojava como parte
de una delegación de académicos de Austria, Alemania, Noruega, Turquía,
el Reino Unido y los EEUU. Nos reunimos en Erbil, Iraq, el 29 de
noviembre y dedicamos el siguiente día a aprender sobre el petro-estado
(nota: un petro-estado es aquel estado que cuya riqueza proviene de la
venta de petróleo) conocido como el Gobierno Regional Kurdo (KRG), con
sus políticas del petróleo, políticas de apoyo, partidos enfrentados
(KDP y PUK), y aparentes aspiraciones para emular a Dubai. Pronto
tuvimos suficiente y el Lunes por la mañana fuimos relevados para ir al
Tigris, donde cruzamos la frontera a Siria y entramos en Rojava, la
región autónoma de mayoría kurda al norte de Siria.
El canal del río Tigris era estrecho, pero la sociedad que nos
encontramos en la otra orilla no podría ser más diferente a la del KRG:
el espíritu de una revolución social y política estaba en el aire.
Cuando desembarcamos, fuimos recibidos por los Asayis, o las fuerzas de
seguridad de civiles de la revolución. Los Asayis rechazan la
calificación de policía, ya que la policía sirve al estado mientras que
ellos sirven a la sociedad.
Durante los siguientes 9 días, exploraríamos el auto-gobierno
revolucionario de Rojava en un estado de inmersión total al pasado (no
teníamos acceso a internet para distraernos). Los dos organizadores de
nuestra delegación –
Dilar Dirik (una estudiante PhD de la Universidad de Cambridge) y Devriş Çimen (jefe de
Civaka Azad, Centro de Información Pública en Alemania) – nos llevaron en una visita intensiva a las instituciones revolucionarias.
Rojava consiste en tres cantones geográficamente no contiguos; nosotros
veríamos sólo el de más al este, Cezire (o Jazira), debido a la continua
guerra con el Estado Islámico, que ataca al oeste, especialmente en
Kobane. Pero en todas partes fuimos bienvenidos calurósamente.
La Tercera Vía de Rojava
Al principio, el vice-ministro de asuntos exteriores, Amine Ossi, nos
introdujo a la historia de la revolución. El régimen Baatista sirio, un
sistema de gobierno de partido único, había insistido por mucho tiempo
que todos los sirios eran árabes e intentó “arabizar” a los cuatro
millones de kurdos del país, oprimiendo su identidad y despojando de su
ciudadanía a los que se opusieron.
Después de que los grupos de la oposición de Túnez y Egipto crearan
insurgencias durante la Primavera Árabe de 2011, los rebeldes Sirios
también se levantaron, iniciando una guerra civil. En el verano de 2012,
la autoridad del régimen colapsó en Rojava, donde los kurdos tuvieron
pocos problemas en convenver a los funcionarios para que se fuesen sin
violencia.
Los “rojavarianos” (los llamaré así porque aunque la mayoría son kurdos,
también hay árabes, asirios, chechenos y otros) se enfrentaron a una
decisión de bien juntarse o con el régimen que los había perseguido, o
con los grupos de la oposición en su mayoría militantes islámicos.
Los kurdos de Rojava siendo relativamente seculares, se opusieron a
ambos bandos y decidieron por otro lado embarcarse en una Tercera Vía,
basada en las ideas de Abdullah Öcalan, el lider kurdo preso quien
reformuló la cuestión kurda, la naturaleza de la revolución, y una
alternativa a la modernidad del estado-nación y el capitalismo.
Inicialmente, bajo su liderazgo, los kurdos habían luchado por el
estado, pero hace algunas décadas, de nuevo bajo su liderazgo, su
objetivo empezó a cambiar: ahora rechazan el estado como fuente de
opresión y en su lugar luchan por el auto-gobierno, por la democracia
popular. Dibujado eclécticamente de fuentes de la historia, filosofía,
política y antropología, Öcalan propuso el “Confederalismo Democrático”
como nombre para el programa general de democracia de abajo a arriba,
igualdad de género, ecología, y economía cooperativa. La implementación
de esos principios, en instituciones no sólo de auto-gobierno
democrático sino también de economía, educación, salud y género, se
llama Autonomía Democráctica.
Una revolución de las mujeres
Bajo la Tercera Vía, los tres cantones de Rojava declararon la Autonomía Democrática y formalmente la establecieron en un “
contrato social”
(el término no-estatista usado en lugar de “constitución”). Bajo ese
programa, crearon un sistema de auto-gobierno popular, basado en
asambleas de comunas de barrio (que comprenden varios cientos de hogares
cada una), a la cual cualquier persona puede asistir, y ejerciendo
poder desde abajo hasta arriba a través de los diputados electos a los
niveles de ciudad y de cantón.
Cuando nuestra delegación visitó un barrio de Qamishlo (Qamishlo es la
ciudad más grande del cantón de Cezire), presenciamos la asamblea de un
consejo de gente local, donde se estaban discutiendo la electricidad y
temas relacionados con las mujeres, resolución de conflictos y familias
de mártires. Mujeres y hombres estaban sentados y participaban juntos.
En otra parte de Qamishlo, fuimos testigos de una asamblea de mujeres
discutiendo problemas particulares de su género.
El género es de especial importancia para este proyecto en la
emancipación humana. Pronto nos dimos cuenta de que la Revolución de
Rojava es fundamentalmente una revolución de las mujeres. Esta parte del
mundo es tradicionalmente hogar de la opresión patriarcal extrema:
nacer mujer es estar en riesgo de abuso violento, matrimonio infantil,
crímenes de honor, poligamia, y más.
Pero hoy en día las mujeres de Rojava se han deshecho de esta tradición y
participan en toda la vida pública: en todos los niveles de la política
y la sociedad. El liderazgo institucional consiste no sólo en un puesto
sino en dos, un funcionario hombre y una funcionaria mujer -en aras de
la igualdad de género y para evitar que el poder se concentre en las
manos de una sóla persona.
Las representantes de Yekitiya Star, la organización paraguas de los
grupos de mujeres, explicaron que las mujeres son esenciales para la
democracia -incluso definen el antagonista a la libertad de la mujer,
sorprendentemente, no como patriarcado sino como el estado-nación y la
modernidad capitalista. La revolución de las mujeres tiene como objetivo
liberar a todos. Las mujeres son a esta revolución lo que el
proletariado era para las revoluciones marxistas-leninistas del pasado
siglo. Ha transformado profundamente no sólo el estatus de las mujeres
sino todos los aspectos de la sociedad.
Incluso los aspectos tradicionales de dominación masculina de la
sociedad, como el ejército, han sido profundamente transformados. A las
Unidades de Protección del Pueblo (YPG) se les han unido las YPJ – o
Unidades de Protección de Mujeres – cuyas imágenes se han convertido a
día de hoy mundialmente famosas. Juntas, las YPG y las YPJ, están
defendiendo a la sociedad contra las fuerzas yihadistas del Estado
Islámico y Al-Nusra con Kalashnikovs y, quizás igualmente formidable, un
gran compromiso intelectual y emocional no sólo con la supervivencia de
su comunidad sino también con sus ideas políticas y aspiraciones.
Cuando visitamos una asamblea de las YPJ, nos dijeron que la educación
de las luchadoras consiste no sólo en entranamiento en asuntos prácticos
como armas sino que también en Autonomía Democrática. “Estamos luchando
por nuestras ideas,” recordaban a cada momento. Dos de las mujeres que
conocimos habían sido heridas en la batalla. Una estaba sentada con una
bolsa de suero, y la otra con una muleta de metal – ambas mostraban
signos de dolor pero tenían la entereza y la auto-disciplina para
participar en la sesión.
Cooperación y educación
Los Rojavarianos luchan por la supervivencia de su comunidad pero encima
de todo, como nos dijeron las YPJ, por sus ideas. Incluso consideran la
aplicación con éxito de la democracia por encima de la etnia. Su acuedo
social afirma la inclusión de las minorías étnicas (árabes, chechenos,
asirios) y religiosas (musulmanes, cristianos, yezidis) y la Autonomía
Democrática en práctica parece que se desvive para incluir a las
minorías, sin imponerse a otros contra su voluntad, dejando la puerta
abierta a todos.
Cuando nuestra delegación le pidió a un grupo de asirios que nos
contasen sus críticas a la Autonomía Democrática, nos dijeron que no
tenían. En nueve días en Rojava no pudimos encontrar problemas por mucho
buscar, y nuestros interlocutores admitieron francamente que Rojava
pocas veces es criticada. Por lo que pude ver, Rojava como mínimo aspira
a modelar la tolerancia y el pluralismo en una parte del mundo que ha
presenciado demasiado el fanatismo y la represión – y en cualquier
medida que tenga éxito, merece reconocimiento.
El modelo económico de Rojava “es el mismo que su modelo político”. Un
asesor económico en Derik nos dijo: crear una “economía de comunidad”,
construyendo cooperativas en todos los sectores y educando a la gente en
la idea. El asesor expresó satisfación de que aunque el 70% de los
recursos de Rojava debe de ir al esfuerzo bélico, la economía todavía se
las arregla para satisfacer las necesidades básicas de todos.
Luchan por la auto-suficiencia, aunque no les queda otro remedio: el
hecho crucial es que Rojava vive bajo un embargo. No puede ni exportar
ni importar de su vecino más próximo al norte, Turquía, al cual le
gustaría ver desaparecer todo el proyecto kurdo.
Incluso el KRG, bajo el control de sus parientes étnicos pero
económicamente en deuda con Turquía, observa el embargo, aunque más
comercio a través de la frontera KRG-Rojava está ocurriendo ahora a raíz
de los acontecimientos políticos. Pero el país todavía tiene falta de
recursos. Eso no frusta su espíritu: “Si sólo hay pan, todos tendremos
una parte”, nos dice el asesor.
Visitamos una academia de economía y cooperativas económicas: una
cooperativa de costura en Derik, haciendo uniformes para las fuerzas de
defensa; una cooperativa de invernadero, que planta pepinos y tomates;
una cooperativa de lácteos en Rimelan, donde un nuevo cobertizo estaba
en construcción.
Las zonas kurdas son las partes más fértiles de Siria, hogar de su
abundante suminsitro de trigo, pero el régimen Baatista se había
abstenido deliberadamente de industrializar la zona, una fuente de
materias primas. Por lo tanto se cultivaba trigo pero no podía ser
molido en harina. Visitamos un molino, de nueva construcción desde la
revolución, improvisado con materiales locales. Ahora proporciona harina
para el pan que se consume en Cezire, cuyos residentes obtienen tres
panes al día.
Similarmente, Cezire fue la mayor fuente de petróleo de Siria, con
varios miles de plataformas petrolíferas, la mayoría en la zona de
Rimenlan. Pero el régimen Baatista se aseguró de que Rojava no tuviese
refinerías, forzando a que el petróleo fuese transportado a refinerías
de otras partes de Siria. Pero desde la revolución, los rojavarianos han
improvisado dos nuevas refinerías de aceite, las cuales se usan
principalmente para proporcionar diesel para los generadores que
alimentan el cantón. La industria de aceite local, si se puede llamar
así, produce solo suficiente para las necesidades locales, nada más.
Una revolución HTM (hazlo tú mismo)
El nivel de improvisación fue sorprendente en todo el cantón. Cuanto más
viajábamos por Rojava, más nos maravillábamos de la naturaleza
“hazlo-tú-mismo” de la revolución, su confianza en el ingenio local y
los escasos materiales a mano. Pero no fue hasta que visitamos varias
academias – la academia de mujeres de Rimelan y la Academia Mesopotámica
en Qamishlo – que me dí cuenta de que es esencial para el sistema en
conjunto.
El sistema de educación en Rojava es no-tradicional, rechazando las
ideas de jerarquía, poder y hegemonía. En vez de seguir la jerarquía
profesor-estudiante, los estudiantes se enseñan unos a otros y aprenden
de las experiencias de los otros. Los estudiantes aprenden lo que es
útil, en cuestiones prácticas; “buscar el significado”, como nos
dijeron, en cuestiones intelectuales. No memorizan; aprenden a pensar
por ellos mismos y a tomar decisiones, para convertirse en los dueños de
sus propias vidas. Aprenden a empoderarse y a participar en la
Autonomía Democrática.
Las imágenes de Abdullah Öcalan están por todas partes, lo que para ojos
occidentales podría sugerir algo orwelliano: adoctrinamiento, creencia
automática. Pero el interpretar esas imágenes de esa manera sería
perderse de la situación completamente. “Nadie te dará tus derechos”,
alguién nos citó a Öcalan, “tendrás que luchar por ellos.”
Y para llevar acabo esa lucha, los rojavarianos saben que deben educarse
tanto a sí mismos como a la sociedad. Öcalan les enseñó el
Confederalismo Democrático como un conjunto de principios. El papel de
ellos ha sido el averiguar cómo implementarlo, en Autonomía Democrática,
y así empoderarse ellos mismos.
Los kurdos históricamente han tenido pocos amigos. Fueron ignorados por
el Tratado de Lausanne que dividió a Oriente Medió después de la Primera
Guerra Mundial. Durante la mayoría del pasado siglo, han sufrido como
minorías en Turquía, Siria, Irán e Iraq. Su lenguaje y cultura han sido
oprimidos, sus identidades negadas, sus derechos humanos revocados.
Están en el lado equivocado de la OTAN, donde Turquía tiene permiso para
llevar la voz cantante de la cuestión kurda. Ellos han sido durante
mucho tiempo los intrusos. Esa experiencia ha sido brutal, implicando la
tortura, el exilio y la guerra. Pero también les ha dado fuerza e
independencia mental. Öcalan les enseñó a cómo reestablecer las
condiciones de su existencia de una manera que les dió dignidad y
respeto propio.
Esta revolución “hazlo-tú-mismo” de una población educada está embargada
por sus vecinos y se las apaña por los pelos. Es no obstante un
esfuerzo que empuja la perpectiva humana hacia delante. A raíz del siglo
veinte, mucha gente ha llegado a las peores conclusiones sobre la
naturaleza humana, pero en el siglo veintiuno, los rojavarianos están
estableciendo un nuevo estándar de lo que los seres humanos son capaces.
En un mundo que pierde rápidamente la esperanza, ellos iluminan como un
faro.
Cualquiera con un poco de fe en la humanidad debería de desearles lo
mejor a los rojavarianos con su revolución y hacer lo que puedan para
ayudar a que triunfe. Debería exigir a sus gobiernos que dejen de
permitir a Turquía definir una política internacional de rechazo a los
kurdos y a la Autonomía Democrática. Debería exigir el fin del embargo
contra Rojava.
Los miembros de la delegación en la cual participé (aunque yo no sea una
académica) hicieron bien su trabajo. Simpatizantes con la revolución,
no obstante hicieron preguntas desafiantes, sobre la perspectiva de la
economía de Rojava, sobre cómo afrontar las etnias y el nacionalismo, y
más. Los rojavarianos que conocimos, acostumbrados a enfrentarse a
preguntas difíciles, respondieron con esmero e incluso invitaban a la
crítica. Los lectores interesados en aprender más sobre la Revolución de
Rojava podrán encontrar interesantes los próximos escritos de otros
miembros de la delegación: Welat (Oktay) Ay, Rebecca Coles, Antonia
Davidovic, Eirik Eiglad, David Graeber, Thomas Jeffrey Miley, Johanna
Riha, Nazan Üstündag, y Christian Zimmer. Y en cuanto a mí, tengo mucho
más que decir que lo que este corto artículo permite y planeo escribir
un trabajo más, uno que incorpore los dibujos que hice durante el viaje.