Este joven alemán, de 20 años de edad, ha hecho público su ingreso en las filas de las YPG.
El joven, cuyo nombre ha preferido mantener en el anonimato por miedo a
represalias contra su familia y amigos en Alemania, ha declarado
orgulloso que "su sueño se volvió realidad cuando sostuvo la bandera de
las YPG".
Una persona más a los centenares que ya han venido de todo el mundo para
luchar contra el fascismo, el terrorismo, por el pueblo y por la
revolución. Ninguna de estas personas está recibiendo un sueldo, ni
obtendrá ningún tipo de beneficio material más que el honor de luchar
contra el Estado Islámico y por el pueblo kurdo en primera línea. No son
aventureros en busca de sangre y violencia, ni tampoco mercenarios
atraídos por un imperio en alza que les promete el botín de los saqueos.
Son mujeres y hombres, jóvenes y ancianos que ante este momento
crucial, en no solo la historia de Kurdistán y Oriente Medio, sino
también de toda la humandiad y la clase obrera, han decidido dar todo lo
que tienen, incluso, si hiciera falta, su vida.
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